RECUERDEN HACER SUS DONATIVOS
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Estimados
todos:
Un saludo
cordial de parte de esta comunidad claretiana de Songo-La Maya.
Os
informo brevemente de la situación que estamos viviendo tras el paso del
huracán Sandy por estas tierras. Al día de hoy hemos podido visitar prácticamente todas las comunidades de
esta extensa Parroquia de la Purísima
Concepción que abarca los municipios de Songo-La Maya y del II Frente. Aunque en todo el territorio ha
hecho su estrago, es mucho más grande en
unos sitios que en otros.
El Sr.
Arzobispo que nos convocó antes de ayer a todos los sacerdotes y religiosos/as de su diócesis estima grosso
modo que las casas seriamente afectadas
(unas por derrumbe total y otras por graves daños en la estructura) habrán sido unas 125.000 en
toda la diócesis. Sin duda, la mayor catástrofe
la ha sufrido la capital, Santiago. Da grima verla.
¡Y no
digamos los campos! Se han perdido las cosechas en la mayor parte de la Provincia y la gente está muy
temerosa de que en un futuro próximo no
haya alimentos. Todos sabemos que en las naciones pobres, mucha gente “sobrevive” con las cosas que da
la tierra (por lo general, las más
baratas) y especialmente con lo que, como sucede por lo general aquí, sobre todo en las zonas
rurales, con las cuatro matas que uno
puede sembrar en el patio de su casa.
En el
territorio de nuestra parroquia, las poblaciones más afectadas han sido Songo, Jutinicú, La Maya, San Benito
del Crucero, Yerba de Guinea… A pesar de
tanta pobreza, y aunque haya preocupación grande y llanto entre la gente, no hemos encontrado
casos de desesperación. Es muy frecuente
oír, especialmente en los casos más graves, la siguiente afirmación: ¡Gracias a Dios, estamos vivos! Es
un breve y grandioso himno de fe en
medio de estas circunstancias. En una de las poblaciones, me confesaba una mujer antes de
ayer que, más que el huracán con toda su
fuerza, le había impresionado que en medio del ciclón, en plena noche, se le
acercaran a su casa, pidiendo refugio, un matrimonio con su hija que iban
completamente desnudos. Y también ellos
exclamaron: ¡Gracias a Dios, estamos vivos”.
Estamos
socorriendo a cuantas personas podemos. Para eso, pudimos comprar algunas cosas en Guantánamo; otras nos
la dieron en Cáritas de Santiago y otras
nos acaban de llegar desde Cáritas de Guantánamo. Mañana habrá que seguir con el reparto… Por
ahora sólo estamos repartiendo algunas
cosas relacionadas con la alimentación. Más adelante habrá que pensar en ropa y otros
artículos…
Estamos
también atentos a lo que puedan hacer las autoridades. ¡No lo tienen fácil! Sólo el poner en pie el tendido
eléctrico les llevará bastante tiempo.
Nos dicen que la luz eléctrica tardará meses en llegar a zonas del campo. En poblaciones como
La Maya es posible que tengamos que
esperar todavía a que haya luz eléctrica de 10 a 15 días. Y
queda la reconstrucción de casas, el normalizar el reparto de agua, la producción del campo…
Nuestros
misioneros de Guantánamo no han tenido problemas en la ciudad, pero sí en algunas comunidades del
campo que han sido seriamente afectadas.
Las claretianas de esta ciudad están bien porque allí no azotó el huracán.
A la comunidad de Santiago sí les afectó el derrumbe de una parte del techo de la Casa. La fuerza del viento era tan enorme que logró abrir dos puertas grandes de la Iglesia (que está recientemente reconstruida y, por cierto, de una manera bellísima, gracias a la dedicación del P. Carlomán). Las claretianas de Santiago tuvieron algún desperfecto en la casa, pero lo han podido resolver pronto. Están haciendo una preciosa labor de caridad en Santiago.
Nosotros
volveremos a celebrar la Eucaristía en algunos lugares, como allá, en tiempos de los Hechos de los
Apóstoles, por las casas (me refiero a
Songo y a Baltoni). No se puede predecir cuándo se podrá hacer una iglesia nueva en Songo ni cuando se
podrá reconstruir la de Baltoni, que si
ya estaba muy afectada en su estructura, ahora lo está más. No cabe sino acordarnos en la fe de
aquello de que “la paciencia todo lo
alcanza”.
Esta sencilla
comunicación quiere ser fraterna. Y desde la fraternidad, recabar la ayuda más grande de
todas, que es la de la oración mutua.
Otro tipo de ayudas, si se pueden, brotan de la oración y es ésta la que le da su más grande y
auténtico valor pues Dios sigue enviando
sus “ángeles protectores” extendidos por toda la tierra como tenemos ocasión de ir experimentando ya. Hoy
vinieron los “ángeles” de Guantánamo.
Mañana y pasado vendrán otros de aquí y de allá.
Un fuerte
abrazo para todos de la comunidad claretiana de Songo-La Maya.
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