Este pequeño pueblo fronterizo dominicano de unos diez y ocho mil habitantes, a sólo 45 kms. de la capital haitiana, está siendo centro de operaciones humanitarias de muchas instituciones, tanto gubernamentales como no-gubernamentales, y, al mismo tiempo, centro de acopio y almacenamiento de ayuda humanitaria, procedente de República Dominicana y de la aldea global de nuestro planeta.
Aparte de eso, Jimaní cuenta con dos instituciones especiales que han logrado estos días notas de excelencia en la entrega generosa e incondicional al sufrido pueblo haitiano, a saber: el “Hospital General Melenciano” y el Centro Social de la Parroquia Católica “Centro de Nutrición y Formación San José”.
¿Queréis contactar humanitariamente a haitianos heridos por el devastador terremoto-sin-nombre? No es necesario llegar hasta la misma capital de Haití, Puerto Príncipe, para contactar heridos y diezmados por la cruel tragedia del día 12. Acercaos a esos dos centros humanitarios de Jimaní mencionados.
Los heridos se nos acercaron desde el primer momento, y siguen acercándose hasta ahora, movidos, por una parte, por su desesperación, y, por otra, por su confianza fundamental en el alma bondadosa y acogedora del pueblo dominicano. Las posibles animosidades cotidianas y los leves prejuicios ancestrales entre haitianos y dominicanos, explicados por la Historia y las “historias” de ambos pueblos, han cedido a una ola de compasión y misericordia en los dominicanos, y de confianza y gratitud en los haitianos, en proporción paralela a la tremenda desgracia.
Pero hay además un elemento sicológico y humanitario importante, complementario a los mencionados anteriormente: Sólo hace seis años, en mayo del 2004, Jimaní fue víctima de una calamidad natural que arrasó parte de la población y que dejó más de trescientos cincuenta dominicanos y más de dos mil haitianos muertos y desaparecidos: Una devastadora riada, producto de lluvias continuas muy intensas sembró desolación y muerte. Los habitantes de Jimaní experimentaron entonces en sí mismos muy de cerca, como receptores, la solidaridad nacional e internacional. Ahora les toca a ellos ser activos y emisores de solidaridad, siguiendo el dicho popular: “Hoy para mí, mañana para ti”. Por eso, muchos vecinos han abierto sus casas para alojar a haitianos familiares de los hospitalizados, se han realizado colectas para ayuda económica, se ha provisto de alimento a necesitados, se han movilizado muchos voluntarios para atender a los damnificados, etc. ¡Qué bueno que amor y solidaridad, con solidaridad y amor se pagan!
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